top of page

Seguridad en la ULA: ¿Un hecho inalcanzable?

Durante los últimos años y lo que va de 2017, se han registrado múltiples eventos de índole delictivo en diversos espacios de la Universidad de Los Andes (ULA). Quedando en evidencia la vulnerabilidad de los sistemas de seguridad de la institución y la poca acción de control y prevención de los mismos.

Para citar algunos hechos: el 13 de enero de 2016 fueron sustraídos equipos y materiales del laboratorio de alimentos de la Facultad de Ingeniería, el 24 de febrero de 2016 fueron robadas las baterías de los autobuses de transporte de la Facultad de Ingeniería; el 29 de febrero de 2016 fueron hurtados 11 equipos de computación,12 monitores, 11 CPU y un disco duro en la Biblioteca integrada (BIACI) del núcleo Pedro Rincón Gutiérrez; el 18 de Diciembre de 2016 fueron robadas algunas toneladas de carne en el comedor del núcleo La Liria; en la mañana del jueves 24 de noviembre de 2016 delincuentes encapuchados y armados ingresaron a la Facultad de Medicina y robaron a 14 estudiantes y al profesor de Ingeniería Química que impartía clases en ese momento.

Entre los eventos más recientes, cabe mencionar el robo en la Facultad de Farmacia y Bioanálisis (28 de febrero 2017), en la Facultad de Odontología (marzo 2017), el robo de un vehículo en el estacionamiento de OCRE ( marzo de 2017) y el equipo portátil (laptop) con información estratégica del salón de Consejo Universitario (21 de marzo de 2017). En fin, la lista sería casi interminable si se citaran todos los actos delictivos acaecidos durante estos tiempos en la ULA.

Si bien es cierto que estos actos criminales debilitan el normal desempeño de las funciones propias dentro de la universidad y además representan una clara agresión contra las infraestructuras educativas, existen unos factores mucho más alarmantes: el miedo y el sentimiento permanente de inseguridad que tienen los estudiantes, los profesores y demás empleados de esta casa de estudios. Esa sensación constante de que luego de salir del hogar y estando dentro de los espacios universitarios, podrían ser potenciales víctimas de cualquier malhechor que quisiera apoderarse con violencia de algún bien adquirido, de ser atacados por personas armadas y encapuchadas. ¿Cuantas veces no se ha escuchado de robos y hurtos en las adyacencias de la Facultad de Ingeniería?, ¿Cuántas veces no se han presenciado robos en la Facultad de Medicina o en la FACES?

Los estudiantes ya aprendieron a andar en “manada”, para que al menos los delincuentes se intimiden un poco, también han aprendido a trasladarse con lo mínimo: un celular de la década pasada, no traer consigo ningún documento importante a excepción de la cédula y el carnet, llevar sus calculadoras exclusivamente en día de parciales y en ocasiones excepcionales portar una laptop siempre y cuando puedan costear el taxi.

Ante este panorama general, surge siempre una inquietud adicional: ¿dónde están los cuerpos de vigilancia y seguridad de la ULA?, porque resulta irónico que escasas veces el personal de vigilancia percibe, ve, escucha, detecta o descubre un hecho delictivo en pleno desarrollo. Por lo general, cuando ya se ha consumado el delito es que se hace el reporte y tristemente hasta allí queda todo. Cabe preguntarse cuál es el esquema de seguridad dentro de las instalaciones universitarias, y cuál es la función específica y lógica de cada miembro del servicio de vigilancia, así como también si el personal posee un perfil calificado/cualificado para tan importantes labores.

Por otra parte, el 14 de marzo del presente año algunos miembros del servicio de vigilancia cerraron los accesos de algunas facultades, impidiendo el libre tránsito de los estudiantes y del personal, por oponerse a un programa de rotación y reprogramación del servicio de vigilancia que busca adecuar los periodos de vacaciones del personal, así como eliminar viejos vicios ya conocidos dentro de esta dependencia según dijo el Rector Mario Bonucci. Vicios como la complicidad de algunos supervisores en los casos de algunos vigilantes que no trabajaban desde hace años, o personal con antecedentes penales o enfermedades crónicas. Estos grupos que se oponen a la medida, alegan que la rotación de sus lugares de trabajo los perjudicaría, mientras que el Director de vigilancia indica que todo se ha programado para que el lugar asignado les quede cerca de sus residencias.

Para finalizar, queda claro que la Dirección de Vigilancia aunque tiene limitadas competencias contra la acción criminal, debe ser organizada y depurada de tal manera que beneficie a todos quienes hacen vida en la Universidad de Los Andes, coordinando con otras instituciones de seguridad ciudadana bajo la permanente supervisión de las Autoridades Universitarias y así se pueda VIVIR SIN MIEDO.

Fuentes:

http://prensa.ula.ve/

http://comunicacioncontinua.com

Etiquetas:

Lee nuestra última edición

Lo más destacado

¿Quiénes somos?

Búsqueda por Tags

Síguenos

  • Facebook Basic Black
  • Twitter Basic Black
  • Instagram Basic Black

Sigue las redes universitarias

 El catalizador. 2016

  • Facebook Basic Black
  • Twitter Basic Black
  • Instagram Basic Black

© 2015 por "El catalizador".

bottom of page